sábado, 10 de abril de 2010

CAPITULO 13

CAPITULO 13
CREDO COREOGRAFICO

V: ¿Podrías resumir tu visión de la danza, tu credo coreográfico?
O: La danza nace con el hombre, fue su primer medio de comunicación, la llevamos como una herencia genética.
A través de la danza el ser humano expresó sus sentimientos más profundos a falta de riqueza en la expresión oral.
La danza ha evolucionado junto al ser humano, enriqueciéndolo, enriqueciéndose, hasta llegar a los más refinados aspectos estéticos, sin olvidar los distintos estilos que han permitido esta evolución, la cual seguirá.
La danza es un arte mayor como la pintura, la arquitectura, la escultura, la literatura, la música, y llega también a las cumbres supremas posibles para el ser humano.
El coreógrafo necesita una formación rica y una motivación poderosa para crear algo de valor. Puede ser esta motivación de origen literario, emocional, pictórica. Puede ser en torno a un personaje, a relaciones humanas, a hechos que afectan para bien o mal a la sociedad. O puede venir esta motivación de un impulso o de una meditación sobre la naturaleza exterior o interior.
El coreógrafo debe sentir el espacio en que va a realizar su obra. En eso se asemeja a un arquitecto. Utilizará el espacio en plenitud, aprovechando los diferentes planos en función de la proyección teatral de la idea matriz.
Aprovechará los momentos de clímax de esas ideas, lo cual dará un desarrollo emocional al ballet, sea este narrativo, simbólico o abstracto.
Un coreógrafo debe dominar las técnicas académicas y contemporáneas, conocer el folklore y otros estilos de danza. Mientras más conozca, más se enriquecerá su estilo personal y podrá tener un lenguaje propio.
Debe, ojalá, conocer todas las artes, amarlas, y en especial, la historia de la danza.
Su lenguaje debe ser claro, la coreografía no debe necesitar de explicaciones escritas en un programa. Mientras más se debe explicar con palabras, más defectuoso es el ballet.
Debe tener una emoción profunda, avasalladora que le permita convencer a los bailarines, músicos, escenógrafos, iluminadores, vestuaristas, de colaborar en plenitud a la creación. Respetando las diferencias de personalidad en los bailarines, logrando que lleguen a creer lo que interpretan.
Es preferible un ballet corto que diga bien lo que hay que expresar a uno largo y repetitivo.
El final debe ser psicológicamente lo que el público deberá recordar, es de suma importancia.
El coreógrafo luchará para que la escenografía, trajes e iluminación no ahoguen el desarrollo temático, sino que colaboren a la pureza de la danza.
El ballet necesita un tiempo, un espacio. La monotonía atenta contra la obra. La música que se elija o se pida a un compositor debe tener la dinámica y las diferentes
atmósferas que se requieren en la obra y que, al pedir la música, el coreógrafo deberá explicar al músico en forma apasionada y clara.
Un ballet será bueno si la temática es "danzante", utilizando todo el cuerpo, sin importar el estilo. Se entiende por danzante lo opuesto a caminante. Será danzante tanto sobre el piso como en el espacio, suspendido de una tramoya, colgando o suspendido.
Si el coreógrafo tiene una rica vida espiritual que lo acerque al lado mágico, ritual, sacralizado de la danza, su obra ganará en profundidad y podrá aspirar a haber dado sus mejores esfuerzos creativos a lo que yo también considero - y he probado con mi vida esta vocación - como el Arte Sagrado de la Danza.

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