sábado, 10 de abril de 2010

CAPITULO 8

CAPITULO 8
DIRECTOR DEL BALLET DE LA OPERA DE BONN FEB. 73- OCT. 78

O: En Bonn estuve casi siete años, hasta mi llegada a Chile el 80, a revivir el ballet del teatro Municipal de Santiago. Parece que mi sino es ir a revitalizar grupos alicaídos.
Al final de los años en Bonn nos separamos con Irena después de veintiún años como pareja. Con Blanchette fueron casi seis años.
Irena quería dejar de bailar. Decía que quería colgar las zapatillas ella misma y no que las zapatillas la colgaran a ella. Al cruzar los cuarenta años, éste es el dilema de los bailarines.
Los años en Bonn no arreglaron nuestra pareja. Se fue Irena de maestra de danza a Lyon con el maestro Sparenbleck. Irena es una gran maestra en la actualidad y en Lyon fue un éxito. De allí se fue a La Haya, Holanda, al ballet contemporáneo, con Killian, excelente coreógrafo. Por Dorinda Brown, viuda de Willy Maurer, y a quien muchos recuerdan en Chile de los años de Uthoff, me contó hace poco que habían contratado a Irena en España. En Lyon, Irena hizo coreografías para la Opera de esa ciudad. Hasta el años 90 nos escribimos, pero el tiempo nos alejó.
V: Bonn fue, tal vez, tu período más brillante.
O: Yo diría que mis buenas etapas fueron: Ballets de France con Janine Charrat; Luego Zagreb; los primeros años del BAM de Santiago; luego la Suiza francesa, algo estupendo; luego Bonn, una etapa creativa, con medios y estímulos alemanes, país de cultura y aprecio por el arte.
En Bonn, además de director del ballet de la Opera, fui coreógrafo y maestro. Teníamos que hacer una temporada al año en el teatro de Bad Godesberg, suburbio elegante de Bonn, en donde están las embajadas, la cancillería, el parlamento, la presidencia. Está unido a Bonn por un metro a ras del suelo y tiene un teatro más pequeño que la Opera de Bonn, pero de gran exquisitez arquitectónica; para un público de elite y unos veinte bailarines.
V: Hace un momento mencionaste a Willy Maurer. ¿Qué fue de él? También, recordando los 21 años con Irena contigo, su éxito posterior como maestra, me parece, te lo debe mucho a ti.
O: Maurer falleció años atrás en Cerdeña, de una enfermedad al corazón. Con Dorinda Brown, su viuda, seguimos grandes amigos, me telefoneó hace poco.
En lo que mencionas de Irena, es verdad, aprendió bastante conmigo, y ella lo reconoce y me lo ha agradecido; pero también ella ha aprendido de otros maestros debido a que también ha llevado una vida dedicada a la danza, y con éxito.
V: Volvamos a Bonn.
O: En Bad Godesberg, Bonn y Solingen - preciosa ciudad pequeña, la de las cuchillerías- tenía que presentar repertorios diferenciados y especiales. Un trabajo tremendo. Solingen es una joyita de ciudad, con un teatro delicioso.
V: Imposible mejor ubicado, en Bonn, con un buen presupuesto y buenos bailarines..
O: ¡Un director con tres teatros! Imagínate. Además con el intendente Hans Joachim Heysse, un joven, gran teatrista, con quien nos aveníamos mucho. Era muy contemporáneo, y especialista en Shakespeare. Le gustaba mucho el ballet, y es raro encontrar un director de teatro que guste del ballet, a la mayoría le gusta más la ópera. Incluso en las obras de Shakespeare, Heysse me llamaba para que lo ayudara en los movimientos de los actores. Cuando tienes buena comunicación con otro artista, se produce una amistad creativa, enriquecedora mutuamente.
V: En este período de Bonn, tus coreografías son “Largo amoroso”, “Pasión”, “Demonios”, “El lobo”, “Concerto”, “Manu-tara”, “Trío”, “Toccata”, “Je t’aime”, “Meccano”, “Martyrs”, “El mandarín maravilloso”, “Casa de muñecas”, “La leyenda de José”, “Don Juan”, “Petroushka”, “Ritter, el caballero andante” (Beethoven). En suma, un período de gran creatividad. Brillante. Y a eso hay que sumarle todas las coreografías de otros que tu montaste. ¿Quedaste agotado?
O: Bueno, ya vimos que Bonn era un “nicho ecológico” extraordinario, lo máximo para un coreógrafo.
V: Tu amigo el coreógrafo inglés del Royal Ballet, Alfred Rodríguez hizo algo con música de Ginastera, en Bonn.
O: Cuando Alfred hizo con nosotros “Bodas de sangre” en Bonn, me dijo que quería hacer algo con Ginastera; y lo hizo, con seis bailarines. A él le ha pasado con Inglaterra algo parecido a lo mío en Chile: dificultades de reinserción, ya que ha dado muchas vueltas fuera de casa y tiene un carácter fuerte. Creó coreografías para Margot Fonteyn, para la Scala, el Ballet Theater. Muy independiente, tuvo problemas con Dame Ninette de Valois, la gran dama fundacional del Royal Ballet. ¡Ah, las mujeres dirigiendo ballet: una aventura impredecible!
V: ¿No es una reflexión algo machista o misógina?
O: (se ríe) Me estás tomando el pelo. Mira, hay esposas perfectas, buenas madres, que de repente se arrancan con el lechero, dejan todo botado. Hay prostitutas que luego son esposas modelos; monjas que cuelgan el hábito y toman la metralleta. La mujer es así.
V: También hay coreógrafos casados que se arrancan con jovencitas, jóvenes pecadores que se vuelven santos de viejos, curas con metralletas, o presidentes tentados de la risa.
O: (se ríe) Mira, recuerdo a un francés que decía: el hombre es fácil de definir, nunca corta el cordón umbilical. Cuando muere la madre, la sigue buscando en otra mujer. Bueno, dirigiendo un ballet, la mujer sigue siendo imprevisible.
V: Hombres volubles e imprevisibles abundan.
O: En realidad he conocido mujeres que han construido ballets notables, con perseverancia y estabilidad, con enorme talento. Dame Ninette de Valois, para empezar, y la Vagánova en Moscú, quien, además creó un sistema. Hablo de ballets oficiales, subvencionados. Martha Graham, un genio, con compañía propia como Béjart. La Bagánova creó en los años treinta el ballet ruso de hoy, revirtiendo la corriente expresionista de los obreros bailando en detrimento de las sílfides y princesas. Convenció al Comité Central de financiar el Bolshoi y el Kirov (ex Marinski Theater). Se necesitan cojones.
V: Bueno, digamos que la Bagánova tenía personalidad. Mira que te puede oir una feminista.
O: Y Janine Charrat. Genial. Reconozco que le decía: Janine no dirijas, limítate a enseñar y crear coreografías. Ella contestaba: Octavio, quiero contratar a estos jóvenes tan bonitos. Yo: pero si bailan mal y ella los contrataba y punto.
Una vez íbamos a estrenar en Hamburgo una coreografía de ella para la primera sinfonía de Beethoven. Con estrellas de la Opera de París, Kalijushnik , Skuratov, Fawn, Fritz, Hélene Trailine, Peter van Dyke, Lemoine. Esos días Janine andaba “de malas” y el estreno era esa noche. Ella bailaba también, pero en el ensayo mientras todos bailaban, ella “caminaba”, marcaba sus movimientos con mínimo desplazamiento. Yo, en la platea, dirigía. Le dije: Janine, no puedo dirigir si usted se limita a caminar, por lo menos marque los “tempi” y no camine. Ella, airada, me dijo: es que yo soy la dueña de la compañía. Yo, muy enojado, le contesté: entonces quédese con su compañía, me voy a mi hotel.
Eso fue el 54. Por esos días debía partir a París a dar “Redes” para la UNESCO. El empresario de esa obra me fue a buscar al hotel para llevarme. Llegó Janine, arrepentida, y me pidió disculpas. ¡Ves tu! así son las mujeres.
V: Creo que los hombres somos más orgullosos, nos cuesta retractarnos y admitir alguna tontera. Dicen las mujeres empresarias que para ellas llegar arriba es el triple más difícil que para los hombres.
O: Bueno, casi me convences. Yo creo que influye en este arte mal amado, el ballet, la terrible tensión, comprobada por estudios médicos, que produce la danza. Fatiga muscular y psíquica. Fatiga del alma: tienes que ser atleta, actor, músico, joven, elástico, tener sangre fría, ser emotivo, expresivo, seguro, la carrera es corta, cada función puede ser un desastre; dicen los médicos que un bailarín de ballet tiene un trabajo tan pesado y desgastador como un estibador de puerto. Y en los países pobres que gastan fortunas en el fútbol, un Pelé o un Maradona siempre ganarán muchísimo más que un Nureyev.
V: ¿Trabajaste con Nureyev?
O: No, pero, como te conté, nos frecuentamos varias veces, y amistosamente, en Zurich y otras ciudades. Tu sabes que entre coreógrafos y maestros nos damos mutuamente clases, es parte de la profesión. En Zurich estábamos con Nureyev y “Papá” Beriosoff, y en esa ocasión Nureyev me pidió varias clases para él. Yo venía de vuelta del film “Irreal Madrid”. Siempre hubo entre nosotros mutuo respeto y una amistad muy simpática. Te agregaré que las estrellas, cuando no les gusta una clase, se van y hacen su clase solos. En Florencia, cuando llegó un grupo de estrellas soviéticas, entre ellas la Vinogradova, un tártaro, y otro que había estado en Chile, todos me pidieron clases, y no se fueron a hacer la clase solos.
Conocí a Nureyev en París, en los años sesenta. Luego lo encontré en Zurich, en los setenta, cuando creó “Raymonda” con la Evdokimova,- quien había ganado el concurso de Varna,- en donde yo fui jurado en otra ocasión. Papá Beriosoff me pidió que colaborara gratis, haciéndole clases a los bailarines que acompañaban a Nureyev, y así lo hice. Quedó muy agradecido.
Cuando Nureyev vino a Chile con el ballet francés dirigido por mi amiga Hélene Trailine, el 84, yo estaba de visita en Santiago para ver a mi madre. Le preguntó por mí a Hélene y me mandó entradas. En la noche le dieron una comida en el Club de la Unión, en donde cuentan que se portó muy arrogante y mal educado. Conmigo fue siempre cordial, cortés, hablábamos en francés y él se reía porque yo le entendía sus garabatos en rusos cuando se enfurecía con los bailarines. Varias veces, nos tomamos un vodka juntos.
V: ¿Toman los rusos antes de bailar?
O: Si, sus buenos “pencazos” de vodka, y comen chocolates para tener energías. En Europa no se toma antes de salir a escena. Pero lo que es increíble es que muchos bailarines fuman, en cambio un atleta olímpico no se le permite.
V: ¿En qué períodos has bebido en exceso?
O: El 65 y 66, los dos últimos años del BAM. No podía más con las tensiones, las intrigas, asistir a tanto cocktail, dirigir, coreografiar, administrar, enseñar, dar entrevistas, buscar apoyo de periodistas y políticos, hacer tertulia esperando llamadas internacionales en la noche, venidas de extranjeros, cuidar los detalles de su estadía, traducir, calmar ánimos, en fin, ya no daba más. Dormía mal, a las once de la mañana ya necesitaba un whisky, era una tensión espantosa, no tenía la infraestructura de un verdadero ballet, debía resolver todos los problemas, nimios o importantes.
En Chile, en 1954, se rumoreó acerca de mis supuestas orgías con negras mientras navegaba en mares de alcohol, lo cual no era cierto. En cambio, sí en 1966 estuve al borde del alcoholismo. Unida a mi incapacidad para resistir las tensiones administrativas, fue la principal causa por la cual me alejé como director del BAM.
Gracias a Dios, aún no estaba alcohólico y, al volver a Suiza después del BAM, los médicos me tuvieron una semana vigilado, dejé al momento el alcohol me recuperé durmiendo y no haciendo nada. Luego partí a Florencia.
Actualmente tomo una copa de vino, a veces, con las comidas y mi hígado está revisado y sano. Los pulmones, con el cigarrillo, no están tan buenos. Mi constitución atlética y el pasado deportivo me han ayudado.
V: En el YMCA, años cuarenta, fuiste amigo de Silvia Piñeiro.
O: En las fogatas de los campamentos de Quintero, Gabriel Maturana, actor cómico, hacía los libretos; Silvia cantaba y actuaba; yo hacía coreografías y bailaba. Una vez me disfracé de Carmen Miranda. Los espectáculos comenzaban a las diez de la noche en un anfiteatro natural en la playa de Loncura, Quintero.
En el 84, en el programa “Siglo veinte” de Televisión Nacional, -una serie de Sergio Riesenberg- conocí también a Malú Gatica, quien cantó “Lili Marlene”. Allí hice las coreografías.
V: Volvamos a Bonn: “Demonios” con música de Hindemith. “Ritter” música de Beethoven”.
O: Lo de Hindemith me lo pidió una sociedad judío-alemana de Bonn. Fue algo muy especial y emotivo para mí. Quedó en el repertorio de esos años. Lo de "Ritter", el caballero andante, era Beethoven en una orquesta de rock que tenían algunos miembros de la Sinfónica de Bonn. Eso es corriente en Europa, se redondean el sueldo con actuaciones exitosas en otros medios. En Chile los profesores de la sinfónica a veces tocan "pop" en avisos comerciales y grabaciones bailables. Bueno, estos jóvenes convencieron a Heysse y éste me pidió la coreografía para la orquestación que realizó el percusionista de la Sinfónica. Gustó mucho a la juventud, más que a los viejos. Yo gocé, fue muy creativo. Lo dimos también en el Museo de Arte Contemporáneo de Bonn, en donde el éxito con la juventud fue notable.
V: ¿Cómo visualizas el BAM 93 que vas a crear en Chile?
O: Como un ballet de cámara, austero, con un mínimo de trajes y decorados, con una programación didáctica y variada, que viaje bien. Le daré oportunidades a nuevos coreógrafos, ayudándoles a desarrollarse. Con los bailarines que no tienen cabida en los ballets oficiales, buscando nuevos talentos. Ojalá con una sede fija, como podría ser el Centro Cultural de Los Andes.
V: Volvamos a Bonn: "El lobo".
O: Lo hizo Yun Iishi con su mujer Yuko Mirikitami. Ella era sobreviviente de la bomba de Hiroshima, en la cual pereció la mayor parte de su familia. Literalmente la bomba atómica los evaporó. Esa tragedia le daba un aire especial al drama de amor de este ballet.
V: "Manu-tara" en Bonn, luego de la versión suiza.
O: El recibimiento en la juventud fue grandioso, no tanto entre la gente madura, el exotismo de la Isla de Pascua les resultaba de difícil digestión. Luego hice "Meccano", una obra a pedido que resultó bien, pero a mi no me entusiasmó, no me salió "de adentro". En cambio "Martyrs", mi ballet religioso, ese sí me entusiasmó. Es la crucifixión del Cordero de Dios, en el cual puse mi inquietud religiosa que se reflejó también en "La leyenda de José" y "Pasión", todas de la época de Bonn. "Martyrs" es un fragmento largo de mi obra en el Festival de Montreux "Cómo cantar a Dios en el siglo veinte". Jean Derbes me adaptó especialmente su música para Bonn. Intentaré recuperar en Bonn los videos de esa obra, los cuales se filmaron muy bien. "El mandarín maravilloso" en Bonn fue extraordinario, aplaudido por crítica y público. Como te dije, ya le había gustado a Uthoff en 1962.
"La leyenda de José" entusiasmó a todos, era espectacular y emocionante. Solamente un crítico no estuvo de acuerdo, pero debo aclarar que yo había sacado de ese ballet a una bailarina búlgara, quien era su amante. Estaba molesto conmigo.
"Don Juan": allí el protagonista bailaba más que yo en Zagreb, era un gran bailarín austríaco.
V: Estas fotos de tu ballet "Je t'aime", música de Sibelius, son espléndidas; se percibe una coreografía muy aérea y difícil.
O: Esto no se lo he dicho a nadie: era un llanto de amor para mi pareja, Irena; la constatación, desesperación oculta, de que nuestra pareja ya había terminado. Ella nunca lo supo, fui demasiado orgulloso para decírselo. Es un ballet que yo amo. "Martyrs" se lo dediqué a mi madre, lo decía en el programa: para Raquel. Nunca lo vio, y le hubiera emocionado. Pero lo supo, lo escuchó describir y se alegró igual.
Ahora que ella está muerta, me extraño al recordar que nunca le hice ver mis videos de aquella época. Mi madre los hubiera gozado. ¿Sabes? Una mujer que tuve años atrás me dijo: Octavio, tu tienes algo hermoso y algo que te hace mucho daño. Todos los animales andan en manadas, pero tu eres un lobo solitario. Para las mujeres eso puede ser atractivo. Si yo te quiero, no es por tu lado de lobo solitario, que yo encuentro negativo.
V: Inevitablemente se te habrá enamorado más de un bailarín. ¿Cómo saliste del paso?
O: Bien, con mucho respeto, dejando las cosas claras, sin que se dañara la amistad. Pero una vez, en Londres con Janine Charrat, un joven se puso bastante cargoso, aunque no se ofendió y seguimos amigos. Janine observó, divertida.
V: Llegamos al fin de la etapa en Bonn. ¿Quien, desde Chile, ayudó a concretar tu segundo retorno al país?
O: La señora Jeanette Durrell de Fabres, quien había sido alumna de Sulima y colaboradora en el teatro Municipal, me escribió. Yo acepté porque mi madre estaba sola y muy enferma, de edad muy avanzada. Ella quería que volviera, aunque no lo decía. Ya no tenía a Irena y el ballet del Municipal estaba en mal estado. La cosa no era fácil, ya que no me ofrecieron ser director, sólo coreógrafo y maestro, no iba a tener las manos libre ni un presupuesto remotamente parecido al de Bonn, por supuesto.
Después de algo más de un año, no me renovaron el contrato y se me enrostró lo de "mujeriego y borracho". Aunque el Alcalde Bombal me felicitó en esta hermosa carta que tienes aquí, en el Municipal luego me negaron el acceso, como si fuera un réprobo. Gente pequeña, sin respeto por toda una vida de creación, de enseñanza, el tipo de chilenos que podía "pelar" a la pobre Gabriela Mistral, o desdeñar a Violeta Parra, o pelar a Arrau porque tenía pasaporte norteamericano y no comulgaba con ciertas tendencias políticas de la clase alta.
V: ¿Cómo se produjo la partida de Bonn?
O: Se nos terminó el contrato a Heysse y a mí. El había decidido no renovarlo, pues ya estaba comprometido con los festivales de teatro de Ausburgo. Con Heysse , que era el intendente y yo dependía de él, trabajábamos de maravilla,. Con la llegada de un nuevo intendente desconocido para mí, me arriesgaba a que este nuevo personaje, al desconocerme, no me aceptara, como era lo de rigor: cada intendente tiene derecho a elegir sus colaboradores directores, dentro del mundo alemán de la Opera.
Esto me produjo incertidumbre, ya que yo era de la plena confianza de Heysse. Sin él, la pista se ponía pesada y, en el caso que me hubiera quedado, no tenía idea si me iba a entender con el nuevo intendente.

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